domingo, 7 de febrero de 2010

Meknes

Fui y volví a la ciudad de Meknes en el día. La verdad es que no fue con mucha suerte porque llovió mucho mientras estaba allá. Sin embargo valió la pena. A la ida tomé un ómnibus de línea interurbano que era simplemente catastrófico. Y que se fue llenando a más no poder de gente con bultos gigantes que obviamente ponían donde había lugar, o sea, encima de los pasajeros que estábamos sentados. Parte del folklore. El tema es que cuando empecé a sospechar que estaba llegando al centro, donde tenía que bajarme, pregunté (primero en inglés, después en francés) si estaba llegando a la nouvelle ville de Meknes, y... todos hablaban árabe o bérbere... en todo caso, se armó una discusión (de la cual yo era obviamente el motivo porque me preguntaban, me palmeaban la espalda, me señalaban, me miraban...) cuyo contenido todavía no me fue revelado (creo que llevaré conmigo el misterio de por vida). El tono de la discusión comenzó a aumentar de una forma alarmante, hasta que el conductor del ómnibus resolvió parar y participar también. La cosa estaba brava entre ellos, y como yo era el motivo me imaginé que podía rebotar en mí. En un momento determinado, el ómnibus para, se baja la mitad de los pasajeros, un viejito me toma del brazo, me acompaña hasta la puerta y me señala una calle, y me dice algo así como "gu la" que supongo quería decir "good luck" (pero todavía no estoy seguro).  Los pasajeros que se habían bajado subieron de nuevo y el ómnibus arrancó. Sin tener certeza de si me habían ayudado o habían expulsado al infiel salvaje fui tímidamente hasta la callecita y... sí señor! dos cuadras más alla llegué al centro de la ville nouvelle de Meknes! De ahí encontrar la fantástica medina, entrar por la increíble Bab Mansour (Bab = puerta - Bab Mansour es considerada  la mayor y una de las mas hermosas puertas de África del Norte) y recorrer abajo de la lluvia la ciudad antigua fue simplísimo. A la vuelta, tomé (como me recomendaron) un "grand taxi": un Mercedes de los ´70 que no arrancó hasta que tuvo adentro siete pasajeros... apretadito digamos. Otra experiencia.

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